El gobierno venezolano denuncia acciones encubiertas de Estados Unidos y fortalece la organización comunitaria, destacando la soberanía territorial y el papel de los campesinos en defensa de la patria.
El sol caía sobre Carayaca mientras campesinos de distintos rincones del estado La Guaira se reunían para un acto que, más allá de lo protocolar, simbolizaba la determinación de un país frente a la intromisión extranjera. En medio del Congreso Nacional de Cocineras y Cocineros de la Patria, el presidente Nicolás Maduro tomó la palabra para denunciar lo que calificó como “una agresión sin precedentes” de Estados Unidos, luego de que Donald Trump reconociera públicamente haber ordenado operaciones de la CIA contra Venezuela.
Para Maduro, la explicitud de estas declaraciones revela un intento desesperado por desestabilizar la nación, que se ha sostenido en la historia de intervenciones de la CIA en América Latina. Recordó con firmeza los golpes de Estado en Guatemala, República Dominicana, Brasil y Chile, así como la intervención en Irán contra Mohammad Mosaddeq, para subrayar que la agresión estadounidense tiene un patrón histórico y estratégico: “Nunca antes un gobierno había admitido públicamente que mandaba a la CIA a derrocar, a asesinar y a acabar con países”, enfatizó.
El mandatario hizo referencia también a hechos recientes que muestran la persistencia de estas maniobras. En julio de 2025, Venezuela entregó a diez individuos descritos como agentes de la CIA a cambio de 252 ciudadanos venezolanos retenidos en El Salvador, una acción que, según Maduro, evidencia tanto la amenaza externa como la capacidad del país para proteger a su población. “Nuestro pueblo está claro y consciente, sabe cómo defender la paz y la estabilidad de Venezuela”, aseguró, criticando además que Estados Unidos invierte en guerras mientras ignora a millones de ciudadanos en pobreza dentro de su propio territorio.
Mientras tanto, en Carayaca, la Brigada Campesina de La Peñita se preparaba para juramentarse como parte de la Milicia Bolivariana. El vicepresidente sectorial Diosdado Cabello Rondón encabezó la ceremonia, recordando que las montañas venezolanas son sagradas y que cualquier intento de agresión encontrará la resistencia organizada de quienes habitan el territorio. “Estas tierras se defienden con conciencia, entrenamiento y compromiso de quienes la trabajan y la aman”, afirmó, señalando que la defensa no se limita a la acción militar, sino que involucra también la producción y el sustento cotidiano de las comunidades.
Cabello destacó la importancia del papel de los campesinos, quienes, además de cultivar y producir alimentos, son garantes de la seguridad territorial. La simbología del machete que portan en las milicias representa esa dualidad: herramienta de trabajo y símbolo de protección de la patria. “Saben qué hacer con ese instrumento en el campo, pero también saben cómo usarlo si la patria lo requiere”, recalcó, enfatizando la conexión entre trabajo, comunidad y defensa.
El acto reflejó la visión del gobierno venezolano de que la soberanía no depende solo de las instituciones estatales, sino de la organización comunitaria y del compromiso de cada ciudadano. La formación de milicias campesinas en todo el país, instruida directamente por Maduro, busca fortalecer la unidad entre la defensa territorial y la producción agrícola, consolidando un modelo en el que cada acción cotidiana refuerza la seguridad nacional.
En su discurso, Maduro subrayó que la conciencia colectiva y la unidad del pueblo constituyen la mayor garantía frente a amenazas externas. La combinación de preparación militar, compromiso cívico y vocación productiva crea un frente sólido contra cualquier intento de intimidación o intervención. “Nuestro pueblo tiene la claridad de que la defensa de la patria es responsabilidad de todos, y que solo con organización y consciencia podemos preservar nuestra soberanía”, afirmó.
El mensaje resonó en los rostros de los campesinos presentes, quienes se veían reflejados tanto en la necesidad de trabajar la tierra como en la obligación de protegerla. La jornada no solo reafirmó la postura política de Venezuela frente a Estados Unidos, sino que también reforzó el vínculo entre producción, comunidad y defensa, dejando claro que la resistencia no se limita a palabras, sino que se traduce en acciones concretas y cotidianas de quienes habitan el país.